viernes, 3 de marzo de 2017

Las ratas abandonan el barco

Caricatura del sitio L'Opinion aludiendo al error de los Oscar. 
“Las ratas abandonan el barco”. La frase la repitieron con amargura esta semana los simpatizantes de François Fillon a medida que la candidatura del quien se presentaba como el heraldo de la moralización de la vida pública hacía agua debido a las interminables revelaciones de los presuntos empleos ficticios aunque muy bien pagos de sus familiares. Así las cosas, la candidatura del hombre que contaba con el apoyo de los tradicionalistas católicos y liberales económicos se hunde con el pasar de las horas.

Su reemplazo anunciado -Le Parisien cree saber que ocurrirá este fin de semana- estará a cargo de Alain Juppé, quien fuera derrotado por Fillon en el balotaje de la interna del partido conservador Les Républicains. Juppé, ex primer ministro de Jacques Chirac caído en desgracia durante las manifestaciones de 1995, anunció este viernes que “no se escabulliría” ante la responsabilidad de ponerse el traje del candidato presidencial. A esa hora renunciaba el vocero de la campaña de Fillon y la juventud fillonista (imaginar chicos bien con suéters anudados al cuello) llamaba a su jefe a tirar la toalla.

¿Qué cambia? En el primer sondeo publicado este viernes, en primera vuelta Juppé obtendría 26,5%, Macron 25% y Marine Le Pen 24%, con lo cual la candidata del Frente Nacional quedaría afuera del balotaje, una perspectiva que hace meses que no se daba.

Para resumir, un ex ministro de Jacques Chirac reemplazaría a un ex ministro de Nicolas Sarkozy para medirse con el ex ministro de Economía de François Hollande. Macron dice querer trascender la grieta tradicional derecha izquierda y se presenta como un candidato antisistema. En realidad, es el hombre del sistema, apoyado por la élite del país (en mi boca esto no es peyorativo) que ve que los partidos tradicionales están exhaustos y que es la única forma de parar a Marine Le Pen. Dicho de otro modo, el sistema reprocesa los restos de lo aceptable de una clase política rechazada para ofrecer un plato que, esperan, será más apetitoso que la extrema derecha, el partido más votado por los jóvenes.

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